La sexualización de la infancia

Carlos Hidalgo
Psicólogo clínico

La infancia es un período fundamental en el desarrollo emocional y cognitivo de los niños. Durante esta etapa, los menores construyen su identidad, sus valores y su comprensión del mundo que les rodea. Sin embargo, en la sociedad actual, la sexualización de los niños ha tomado relevancia debido a la influencia de los medios de comunicación, las redes sociales y la cultura de la imagen. Este fenómeno plantea preocupaciones desde el punto de vista psicológico, ya que afecta al desarrollo emocional, a la autoestima y a la percepción que los niños tienen sobre sí mismos y sus relaciones interpersonales. La sexualización infantil viene a referirse a la exposición prematura de los menores a contenidos, mensajes y conductas que son presentadas de manera sexualizada, antes de que estén preparados para comprenderlo adecuadamente. Esto puede manifestarse en la ropa dirigida a ellos con connotaciones sexuales, como prendas que imitan la moda adulta de forma inapropiada, o bien a la permanente exposición a modelos y estereotipos de belleza exagerados, que pueden promover la idea de que el valor personal depende de la apariencia física. A todo esto, hay sumar los programas y la publicidad que, aunque va dirigida a los menores, se presenta con contenido adulto, adoptando los niños roles y actitudes sexualizadas.

No cabe duda, que el uso temprano de las redes sociales, donde los menores suelen adoptar conductas influenciadas por tendencias de adultos, está teniendo un fuerte impacto en su desarrollo emocional y social. Una zona de impacto de la sexualización infantil se da en la construcción de las relaciones sociales. Los menores aprenden que la aprobación y el reconocimiento dependen de la apariencia y/o la sensualidad, por lo que pueden internalizar esta creencia en sus relaciones futuras, generando expectativas poco saludables en sus interacciones sociales. No podemos obviar que unas relaciones sociales basadas en la imagen y la validación externa hará que interioricen una idea tan nociva como que su valor depende de su atractivo o apariencia física. En cuanto a los factores que favorecen la sexualización infantil la falta de educación afectiva y sexual adecuada es la clave. Cuando los niño/as no reciben una educación emocional y afectiva que les permita comprender su propio desarrollo, pueden interpretar la sexualidad de manera confusa y adoptar conductas de riesgo. Por ello, una de las estrategias para prevenir la hipersexualización, sería promocionar una educación afectiva y emocional. Una educación emocional adecuada debería incluir el desarrollo de la autoestima, el respeto por el cuerpo y la construcción de relaciones saludables, enseñándoles a reconocer que su propio valor más allá de la apariencia física. Para ello, convendría fomentar modelos de identidad positivos, procurando que tengan referentes que promuevan valores como el esfuerzo, la empatía y el respeto, en lugar de la superficialidad, lo banal y la apariencia como criterios principales de valoración. Es fundamental trabajar juntos, familias, educadores y sociedad en general, para crear un entorno más seguro, saludable y respetuoso con la infancia.