Acompañar el duelo en la infancia: acto de amor y respeto

Cristina Civera
Psicóloga

Como psicóloga con un largo recorrido en el trabajo con niños/as y adolescentes he tenido el privilegio de poder acompañarlos en sus procesos de duelo y despedidas, y ver el impacto que puede tener la forma de gestionar estas experiencias en su vida a corto, medio y largo plazo, dependiendo de si los progenitores o referentes han podido transmitirles la noticia de la muerte de un ser querido y cómo lo han hecho, así como su posterior acompañamiento.
Por tanto, considero que es fundamental tener presente, en el caso de progenitores y personas cercanas emocionalmente a los niños/as, que estos son parte de la familia, por tanto, en el caso de no comunicarles lo sucedido, son igualmente sensibles al cambio en la forma de estar del núcleo familiar, por lo que considero necesario incluirlos en este momento vital a pesar de la dificultad que supone. De este modo se sentirán apoyados y comprendidos para transitar el proceso de una forma más segura.
En nuestra sociedad, el duelo continúa siendo un tema tabú y, a menudo, tratamos de apartarlo debido al sufrimiento que nos genera. Es por ello que, en ocasiones, se evita hablar sobre la muerte con los niños, con el propósito de «cuidarlos y protegerlos». Sin embargo, esta actitud puede llevarlos a sentirse excluidos, además de abandonados e incomprendidos, en un momento vital en el que posiblemente más necesiten el apoyo de sus seres queridos.
Para poder realizar un buen acompañamiento en el momento de transmitir y acompañar el duelo, es importante que los progenitores o referentes sean honestos con su estado emocional y el establecimiento de una buena comunicación, con la finalidad de facilitarles la comprensión de «la mala noticia». Para ello, los adultos deben utilizar un lenguaje claro, conciso y simple, evitando la ambigüedad y la confusión. Al mismo tiempo deben estar preparados para responder preguntas y proporcionar el apoyo necesario, escuchando, validando, y respetando ritmos y necesidades individuales, puesto que cada persona vive la experiencia de un modo diferente.
La forma de estar presente del adulto y la comunicación en el momento de darles la noticia y durante el proceso va a repercutir en cómo el niño va a transitar estos momentos de dificultad, evitando la creación de fantasías y disminuyendo la confusión, y también les permitirá ampliar sus recursos para aumentar la resiliencia y el manejo de sus emociones en experiencias futuras.
A modo de resumen, señalaría que acompañar a los niños/asa transitar el duelo es un acto de amor y respeto. Los niños tienen derecho a comprender y procesar este momento vital y la familia juega un papel fundamental en este proceso.